
El milagro de los fármacos para adelgazar: la pastilla mágica no existe
Problemas del uso del ozempic para perder peso
Uno de los principales problemas que estamos viendo en consulta los nutricionistas es que estos medicamentos se están adoptando como una solución rápida a la obesidad, o el exceso de grasa corporal, sin acompañarlos de un cambio en los hábitos de vida.
Los pacientes acuden a consulta para perder peso después de haber usado estos fármacos. Y no es ninguna novedad. Los estudios nos dicen que quienes dejan el tratamiento no solo recuperan el peso perdido, sino que incluso aumentan su riesgo cardiovascular.
Mientras dura el tratamiento, la pérdida de peso es sencilla porque el fármaco reduce el apetito y la apetencia por determinados alimentos. Pero cuando se deja, la persona vuelve a experimentar hambre y deseo de comer, y si no han adquirido buenos hábitos, retomará su patrón alimentario anterior. El problema no es la dieta durante el tratamiento, sino lo que pasa después. Por tanto, la solución no es prolongar la dieta o el fármaco de por vida, sino acompañarlo con educación nutricional adaptada a cada persona: sus horarios, presupuesto, gustos, patologías y estilo de vida. Solo así se logrará una pérdida de peso mantenida en el tiempo.
Otro aspecto preocupante es la pérdida de masa muscular cuando no se combinan estos tratamientos con una alimentación adecuada y ejercicio, especialmente de fuerza. La masa muscular es esencial para la salud ósea y funcionalidad con la edad. Sin un plan que preserve la musculatura, la persona puede comprometer su salud y acabar con una tasa metabólica basal menor (cuanto menos músculo menos calorías necesita el cuerpo para mantenerse en reposo), facilitando el efecto rebote cuando abandone el tratamiento.
¿Qué es más económico? ¿Acudir a un nutricionista o las inyecciones para perder peso?
En cuanto al coste, podría parecer barato: Ozempic, por ejemplo, cuesta menos de 130 euros al mes y puede generar una pérdida de hasta un 20% del peso corporal. Pero ¿de qué serviría estar un tiempo con este tratamiento si, al dejarlo, los hábitos siguen sin mejorar? A largo plazo, si una persona tuviera que depender de estos fármacos de por vida, el coste sería inmenso, sin contar con que el cuerpo se adapta y puede requerir dosis más altas o un cambio de tratamiento. ¿No sería más económico invertir en educación nutricional desde el inicio?
No estoy para nada en contra de estos fármacos. Son una innovación prometedora, pero deben ir acompañados de un aprendizaje que genere hábitos saludables. Es el mismo principio que seguimos con las estatinas para el colesterol: si está elevado, se pautan estos fármacos, pero también se recomienda un cambio en la dieta y el estilo de vida para reducir la dependencia del medicamento. Con fármacos como el ozempic, ocurre lo mismo: sin cambios en el estilo de vida, la dependencia será permanente
Como opinión personal, estos fármacos están pensados para tratar la obesidad. Y a veces se olvida tratar a la persona y su contexto. La obesidad no es solo un problema de kilos de más, sino de hábitos, emociones, educación y entorno. Si no abordamos estos factores, cualquier tratamiento será una solución temporal. Nuestro papel como nutricionistas es enseñar a comer de forma sostenible para que, cuando llegue el momento de dejar el fármaco, las personas puedan mantener su peso sin depender de él. Solo así conseguiremos resultados duraderos.




