Entre las causas y desencadenantes para el desarrollo de esta enfermedad autoinmune encontramos:
Estrés crónico: El estrés mantenido activa el eje HHA (hipotálamo-hipófisis-adrenal), desregula el sistema inmune y puede desencadenar autoinmunidad en personas predispuestas.
Deficiencias nutricionales: Frecuentemente se observan carencias de selenio, zinc, vitamina D, magnesio, hierro y vitaminas B, fundamentales para la función tiroidea y el equilibrio inmunológico.
Disbiosis intestinal: Una microbiota desequilibrada puede generar hiperpermeabilidad intestinal, facilitando la entrada de tóxicos y patógenos y fomentando autoinmunidad.
Tóxicos ambientales: Exposición crónica a pesticidas, plásticos (como BPA), metales pesados, entre otros, afecta la función endocrina.
Infecciones virales: Virus como Epstein-Barr pueden activar mecanismos de mimetismo molecular que desencadenan respuestas inmunes cruzadas contra la tiroides.
Aunque no existe una dieta única que cure el Hashimoto, la evidencia señala que una alimentación equilibrada y antiinflamatoria puede reducir los síntomas, mejorar el perfil inmunológico y ayudar a controlar el peso corporal.
Ni el gluten ni la lactosa es necesario eliminar en un hipotiroidismo de Hashimoto. Sin embargo, muchas personas con Hashimoto reportan mejoría al reducirlos, especialmente si presentan sensibilidad, disbiosis intestinal o inflamación.
Adoptar un estilo de vida saludable es clave para reducir la inflamación, equilibrar el sistema inmune y mejorar los síntomas del Hashimoto. Aquí te detallo algunos hábitos que pueden marcar una gran diferencia:
No se trata de entrenar de forma intensa, sino de moverse con constancia. Combina ejercicios de fuerza (para preservar masa muscular) con actividades cardiovasculares suaves como caminar, nadar o andar en bicicleta. El ejercicio también reduce el estrés y mejora el estado de ánimo.
Dormir entre 7 y 8 horas de calidad cada noche ayuda a regular las hormonas, bajar el cortisol y mantener el sistema inmune en equilibrio. Establece una rutina nocturna relajante, limita las pantallas antes de dormir y crea un ambiente oscuro y tranquilo.
El estrés crónico agrava la inflamación y puede empeorar la autoinmunidad. Practicar técnicas como la meditación, el yoga, la respiración consciente o el journaling puede ayudarte a recuperar el equilibrio emocional y físico.
Ayunos muy largos o restricciones calóricas severas pueden aumentar el estrés fisiológico y entorpecer aún más el metabolismo. Es preferible mantener horarios de comida regulares y evitar pasar muchas horas sin ingerir alimentos, especialmente si ya hay síntomas de fatiga o hipoglucemia.
Pasar tiempo al aire libre, tomar el sol moderadamente (para sintetizar vitamina D) o caminar en zonas verdes ayuda a reducir el estrés y mejora el sistema inmune.
Cuidar los vínculos personales, reír, desconectar y dedicar tiempo a actividades placenteras también forman parte de la medicina del estilo de vida.
El Hashimoto no es el fin, sino el principio de un nuevo autocuidado. Si entiendes cómo funciona tu cuerpo y le das lo que necesita, puedes reducir síntomas, ganar vitalidad y sentirte mejor. Tu alimentación tiene un poder enorme: no se trata de restricciones, sino de aprender a nutrirte.
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